Pagina Personal De: Juan Manuel Collantes Contreras.

BEATOS MÁRTIRES CLARETIANOS DE BARBASTRO

Fecha: 13 de Agosto

El martirio de los 51 Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María de Barbastro aconteció durante los días 2, 12, 13, 15 y 18 del mes de agosto de 1936. La comunidad claretiana de Barbastro (Huesca-España) estaba formada por 60 misioneros: 9 Padres, 12 Hermanos y 39 Estudiantes a punto de recibir la ordenación.

El lunes 20 de julio de 1936 la casa fue asaltada y registrada, infructuosamente, en busca de armas, aunque fueron arrestados todos sus miembros.

El superior, P. Felipe de Jesús Munárriz, el formador de los Estudiantes, P. Juan Díaz, y el administrador, P. Leoncio Pérez, fueron llevados directamente a la cárcel municipal; los ancianos y enfermos fueron trasladados al Asilo o al Hospital. Los demás fueron conducidos al colegio de los Escolapios, en cuyo salón de actos quedaron encerrados hasta el día de su ejecución.

A lo largo de su breve estancia en la cárcel, los tres responsables de la comunidad claretiana fueron verdaderamente ejemplares; sin ninguna clase de juicio, simplemente por su condición religiosa, fueron fusilados a la entrada del cementerio al alba del día 2 de agosto.
Los que permanecieron encarcelados en el salón de los Escolapios, desde el primer momento se prepararon para morir clandestinamente.

La Eucaristía fue, en aquellos trágicos momentos, el centro de su vida y el origen de su fortaleza. Con la oración, el rezo del Oficio y del rosario fueron preparándose interiormente para la muerte. Hubieron de soportar muchas incomodidades físicas y morales.
Fueron atormentados con simulacros de fusilamiento. Les introdujeron prostitutas en el salón para provocarles, varios recibieron distintas ofertas de liberación. Pero ni uno solo claudicó.

El reconocimiento de su heroicidad ante el martirio fue reconocido por todos desde el primer momento. Herederos del espíritu apostólico de san Antonio María Claret, se mantuvieron atentos a los desafíos misioneros de ese su tiempo: antes de ser encarcelados se habían mostrado sensibles a los más desfavorecidos de su época, los obreros, y se estaban preparando con ilusión y mirada universal para un ya próximo ministerio. Fueron beatificados por el Papa Juan Pablo II el 25 de octubre de 1992.